16 de mayo de 2014

Encaminado. Camino de Santiago 2014






¡Qué cosas! Acabo de salir de una misa en la que había fieles de una veintena de países. No eran más de un centenar, pero todos fieles, seguro. Porque de las cerca de cuatrocientas personas que iniciaron hoy la más dura de las etapas que el Camino de Santiago tiene en Euskal Herria ese centenar ha participado en la misa del peregrino. El resto, la mayoría, estaban ya a esas horas reposando sus reales del esfuerzo realizado por gentes que en muchos casos no están nada acostumbrados a caminatas y desniveles importantes. Como la austriaca que los Bomberos de Burguete han tenido que bajar exhausta desde el collado de Lepoeder.
Sin decirlo queda claro que estoy encaminado. Hacia Santiago aunque mi destino no alcanza tan lejos. Fotografío algo tan visto y contado como el Camino, que dicen es sobre todo interior, y al que intento poner una pizca de difícil originalidad. En amistosa competencia con un equipo de documentalistas americanos que siguen a una cuadrilla de compatriotas para contar también qué es eso del “Buen Camino”.
No es nada fácil mirar adentro de las personas que caminan deprisa con la preocupación de si llegarán a tiempo para tener cama en el albergue, que destilan infinidad de motivaciones diferentes. En ello andamos, ahora en ese emblemático lugar de Euskal Herria por el que han pasado y pisado cientos de culturas diferentes. Tierra de viejas fronteras, de disputas pero también de intercambios; amiga de las nieblas tanto como de horizontes inmensos y también abrigo de un edificio simbólico: Roncesvalles



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